En su informe anual, que refleja datos referidos a 2009, la OMM señala que se ha incrementado en la atmósfera la carga de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso -los principales gases de efecto invernadero- en un 27,5 por ciento entre 1990 y 2009, y en un uno por ciento entre 2008 y 2009.
"Y si no se hubieran tomado medidas para su reducción a escala internacional, las concentraciones habrían sido aún mayores", señaló el secretario general de la OMM, Michel Jarraud.
Según la OMM, durante los últimos diez años el dióxido de carbono (CO2) atmosférico ha aumentado a un ritmo anual del 1,88 por ciento.
La organización afirma a lo largo de los 10.000 años anteriores a la era industrial, que comenzó a mediados del siglo XVIII, el CO2 se mantuvo a unos niveles casi constantes, de 280 ppm (número de moléculas del gas por millón de moléculas de aire seco).
Un alza sostenida
Desde 1750, el CO2 aumentó en un 38 por ciento a causa especialmente de las emisiones de la quema de combustibles fósiles, la deforestación y el cambio en el uso de la tierra.
El CO2 es el gas antropogénico de efecto invernadero más abundante en la atmósfera, pues contribuye al 63,5 por ciento del forzamiento radiativo global inducido por estos gases de larga duración, entendiendo por "forzamiento radiativo" la diferencia entre la radiación que entra en la atmósfera y la que sale.
En cuanto al metano, que es el segundo gas de efecto invernadero más importante, su concentración en la atmósfera aumentó un 158 por ciento desde 1750, debido principalmente al crecimiento de las emisiones procedentes de las actividades humanas, como la cría de ganado, el cultivo de arroz, la explotación de combustibles fósiles y los vertederos.
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